jueves, 30 de octubre de 2008

Gracias

* Porque desde que llegaste cambiaste rotundamente mi vida. Le diste el giro que yo no pude darle. El grado perfecto. La amplitud estrictamente necesaria. Desde que llegaste no hago más que pensarte, extrañarte. No hago más que agradecerte, que agradecer que me hayas salvado. Pareciera extraño, como de repente una persona entra en tu vida, la cambia; y de repente y como si nada, entorno a esa persona comienza a girar nuestra vida. Es raro ver como una persona extraña comienza rápidamente a lucir como alguien a quien conocés de toda la vida. Es raro. Más raro aún es imaginar que seamos tan distintos y sin embargo, tan parecidos. Lo que hace la vida, el amor; une hasta lo imposible. No sé si corresponde, sencillamente no lo sé. Pero me gustaría que lo supieras; que supieras exactamente lo que me hacés sentir en el corazón, en el alma, en el cuerpo. Que las palabras sinceramente no alcanzan para describir el inmenso amor que sembraste en mí. No, ni las palabras, ni los gestos, ni nada. Mi amor va más allá de lo real, de lo físico, de lo tangible. Va más allá de mis ojos, de mis pupilas, de mis miradas. Aún más allá, más lejos incluso de mí misma, de mi corazón. La verdad, no puedo describir lo que siento. Porque ni yo misma lo entiendo, va más allá de todo eso que puedo ser capaz de recrear, de entender, de pensar. No sé qué es lo que siento, pero no quiero que termine nunca. No quiero. Porque así como estamos, como estoy, así es como quiero seguir. Y a tu lado, como a ninguno, como nunca me sentí. Te debo todo este tiempo de paz, de amor, de felicidad. Todo eso te lo debo, te lo debo a vos. Por ser lo que siempre quise y nunca tuve. Lo que siempre anhelé, lo que esperé. Por ser sencillamente un modelo nuevo y mejor a lo que siempre soñé.

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Lo que uno puede hacer por amor